16.3.05

Siempre hay algo para decir..

¿Para qué escribo esta vez? No tengo la más pálida idea. Y eso, me lleva a una idea.
Simplemente tengo ganas de escribir algo, de decir algo, aunque no se qué.
Muchas veces nos encontramos frente a situaciones(o personas) ante las cuales, sentimos unas ganas incontrolables de decir algo, aunque nos cuesta, y de hecho pocas veces vemos(porque nos cuesta verlo) qué es lo que queremos decir. Digo "porque nos cuesta verlo", en el sentido de que no lo vemos, porque nosotros mismos oponemos una resistencia a esa mirada. Miramos, pero no vemos.
Generalmente, estas cosas de sentir pero no decir, y peor aun, querer decir, pero no decir, se da en situaciones incómodas, en esas situaciones que uno evalúa veinte mil veces lo que está pensando antes de decidir decirlo o no. Otra vez sopa, no lo dice.
Pero esto no termina acá: Luego de decidir no decirlo, no expresarlo, no mostrarse como uno es, viene un nuevo interrogatorio: ¿Por qué no lo dije? ¿Hubiera sido mejor decirlo? ¿Y si lo digo ahora? ¿Habrá ya pasado el momento o aun estaré a tiempo? y peor ¿Habrá llegado el momento o tengo que esperar aun?.
De acá salen conclusiones mejores aun, ya que son las que dan lugar al autoconvencimiento, autoafirmación del autoestima, etc... Pero al fin y al cabo, no las dijimos, y quedaron oprimiendo el corazón.
De pronto, nace en medio de nuestro pecho la valentía, el vigor, el entusiasmo, para decirlo. Nos decimos a nos mismos "Ya fue, lo digo" y fantaseamos los resultados, claro, siempre satisfactorios...
Aquí recomienza el ciclo: Volvemos a evaluar todo, esta vez incluidas las fantasías, y finalizamos por no decirlo. Y así.
La otra manera que tenemos, es decirlo luego, en otra situación, aunque no sea la dueña del dicho, o a otra persona, la cual no cumple ya el papel de objeto sino de tercero al cual se cuenta esta situación. Este tercero, a sabiendas de que no es el destinatario verdadero del dicho, aconseja. "Hacé esto" "Hacé lo otro".
Lo más cómico(o trágico) de este momento, es que el que aconseja, nunca está de acuerdo con el aconsejado. Aunque no sepa la opinión o tendencia del segundo, lo que sugiere es la mayoría de las veces el perfecto reverso de lo que el aconsejado hubiera hecho o dicho: Entonces, si uno llora, te dicen "no seas maricón, no llores", y si uno no lo hace, es "Vamos, llorá, desahogate".
Nos quedamos en bolas de nuevo.
Es decir, a veces el mecanismo de las cosas es simple: Uno necesita escuchar aunque sea UNA opinión paralela a la suya para convencerse de que está actuando de manera correcta.
La mayoría de las veces se da una de tres situaciones:

1-Nos dicen cosas que parecen sacadas de un manual del consejero, es decir, cosas que escuchamos 120.000 veces de 120.000 personas distintas, por lo cual, aunque sea igual a lo que opinamos, no le damos mayor valor. Sin tomar en cuenta que dicha reperición puede referirse a la experiencia, y por ende, puede que sea lo mejor direccionado.

2-La mirada es crítica: Nos tiran abajo la ilusión de manera directa, cruel, fria, sin compasión alguna, dándonos a entender que estamos haciendo boludeces.

3-Nos prestan sus personas para escuchar, sin dar ninguna opinión o consejo,
invitándonos de esta manera a reflexionar sobre la cuestión y resolverla por nosotros mismos, a la vez que apaciguan nuestra ansiedad por el solo hecho de escucharnos.
Esta tercera opción nos lleva nuevamente al principio de todo: a la fase de reflexión primaria.

Si me preguntan, elijo la tercera opción: A veces necesito que me escuchen solamente. No que solo me oigan, sino que me escuchen, y eso es lo más jodido que se le puede pedir a un humano. ¿Por qué? Porque por naturaleza somos teóricos. No describimos, explicamos. Nuestro ego no nos permite escuchar o ver algo sin simultaneamente esté nuestra mente adecuando el material a nuestros intereses.
No digo que esté mal, sino simplemente, creo que al ser dificil, es la mejor opción.
Cuando uno ve que es escuchado, y no interpretado, se siente uno mismo. Siente que es quien habla, por el solo placer que acarrea la descarga via habla. Del otro modo, está uno todo el tiempo que relata dependiendo de lo que el otro dirá(lo cual es lo más natural del mundo), es decir, interpretará, por lo cual, el discurso en un momento propio, no lo es solo que parcial y momentaneamente, ya que en cuanto se interpreta, el interpretador se adueña de él.

Como ven, aun sigo sin idea de qué escribir, pero con ganas de hacerlo...
Por el momento, me entretengo con esto.

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